Dia mundial de lucha contra la desertificación y sequía

Junio, 17 de 2025

Por Rocío Reinoso

La desertificación es la degradación progresiva de las tierras en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, causada por una combinación de factores naturales como las variaciones climáticas y las actividades humanas (UNEP, 1992). Este proceso implica una pérdida gradual de la productividad del suelo y el adelgazamiento de la cubierta vegetal (Naciones Unidad, 1994). Generando la pérdida del equilibrio natural y repercutiendo en la productividad del suelo, agudizando fenómenos climáticas extremos como la sequía y en general el soporte territorial de la población (Posada et al., 2020).


Dentro de las principales actividades humanas que impulsan la desertificación se encuentran las prácticas agrícolas insostenibles, con métodos de cultivo intensivo, como el sobrecultivo, labranza excesiva y el monocultivo, los cuales agotan los nutrientes y la estructura del suelo. Otra actividad humana corresponde al sobrepastoreo, en donde, el ganado logra eliminar la vegetación que protege los suelos, compacta el suelo, acelera la erosión, causando la reducción de su uso y biodiversidad. También la deforestación juega un rol fundamental, ya que, la tala de bosques para agricultura, urbanización y minería elimina la cubierta arbórea, la cual se encarga de proteger el suelo contra la erosión, retención de humedad y contribución a la captura de carbono. Esto provoca que la tierra sea más susceptible a la sequedad y degradación, aumentando la desertificación (UNEP, 2023; UICN, sf.)


Además de las actividades humanas las variaciones en el clima provocadas por el cambio climático contribuyen en gran medida al avance de la desertificación y sequía. Dentro de estas variaciones se encuentra el aumento de las temperaturas globales, conduciendo el aumento de las tasas de evaporación y una menor humedad del suelo, causando la muerte de la vegetación y creando un ciclo de agotamiento de nutrientes y erosión. Patrones de lluvia erráticos, los cuales provocan sequías prolongadas o eventos de lluvias intensos y erosivos que arrastran las primeras capas del suelo, afectando de esta manera la disponibilidad de agua y salud de los ecosistemas naturales. Además de eventos climáticos extremos como huracanes, inundaciones y olas de calor que devastan grandes áreas.


La degradación de la tierra, además de poner en riesgo la sostenibilidad ambiental provoca importantes consecuencia sociales y económicas. Además, amplifica el cambio climático, pérdida de biodiversidad, pobreza, migración forzada y conflictos por el acceso a tierra y agua fértiles. Esto debido a que la disminución de la calidad del suelo afecta directamente la producción agrícola, influyendo en la seguridad alimentaria de las comunidades.


En los ecosistemas forestales la desertificación impacta en gran medida, deteriorando el suelo y reduciendo y capacidad para retener agua y nutrientes, los cuales son elementos claves para el crecimiento y regeneración natural de los bosques. También favorece la expansión de especies invasoras y aumenta la vulnerabilidad de los ecosistemas frente a incendios forestales, plagas y enfermedades. Además, al provocar la disminución de la cobertura vegetal, se pierde la capacidad del ecosistema para capturar carbono y regular el clima.

En zonas áridas y semiáridas como lo son muchas regiones de Chile, estos procesos afectan gravemente al bosque esclerófilo y otras formaciones vegetales que cumplen un rol clave en la conservación del suelo y agua.


En Chile, donde el 58% del territorio chileno corresponde a zonas áridas (aproximadamente el 6% de las áreas áridas en toda América Latina), la desertificación afecta especialmente a la región mediterránea del centro del país, provocando una degradación de los recursos naturales, pérdida de biodiversidad y disminución de la productividad del suelo (Verbist, 2010).


Existen actividades que forman parte de la lucha contra la desertificación, las cuales, tienen que ver con un aprovechamiento sostenible e integrado de las tierras de las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, las cuales tienen por objetivo la prevención o reducción de la degradación de tierras, rehabilitación de tierras parcialmente degradadas y la recuperación de tierras desertificadas (UNCCD, sf).

Para combatir la desertificación y la sequía, se pueden tomar diversas medidas como la gestión sostenible del agua, la conservación de los suelos, reforestación con especies nativas y promover prácticas agrícolas y forestales sostenibles. Sin embargo, esta lucha requiere la participación de diferentes sectores de la sociedad, incluyendo a los agricultores, autoridades y comunidad en general.

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